El dinero y la cultura

CaamañoEste artículo bien podría titularse: "Yo acuso." Pero como eso sería demasiada osadía por mi parte, plagiar nada más ni nada menos que al mismísimo Emilio Zola, lo título : iEl dinero y la cultura.

"Que el dinero es necesario para desenvolverse por la vida, es una cosa que está tan clara que no admite discusión. Pero tan importante como el dinero es la cultura, y cuando ambos no van equiparados, cuando el dinero sobrepasa la cultura, muy mal pan suele salir con esa masa. Un padre puede dejar al morir a sus hijos un saneado patrimonio y, a la vez un sólida cultura. Si por esos vaivenes que tiene la vida, el patrimonio se les va de las manos, la cultura que tengan no se les irá jamás.

En el mundo hay mucha gente con mucho dinero y a la vez con mucha cultura, hay gente con poco dinero y poca cultura, y por último hay gente con mucho dinero y ninguna cultura. Estos últimos suelen ser los nuevos ricos, personas que pasaron muchas estrecheces, muchos apuros económicos, y por esos avatares de la vida ahora son millonarios; pero no se preocuparon de adquirir un mínimo de cultura. Y así, de esa manera, dejaron de ser gente pobre para convertirse en pobre gente.

Ya sabemos que con el dinero se puede comprar casi todo, y digo casi, porque hay cosas que no se puede comprar por mucho dinero que se tenga. Con el dinero se pueden comprar las fincas más bonitas y más extensas, los coches más potentes, más lujosos y más rápidos, las ganaderías de toros bravos de más encaste, los caballos de las razas más puras, los mejores palacios, las mejores joyas, los cuadros de los pintores más famosos y, muchas veces, hasta la dignidad de algunas personas.

Pero hay veces que la dignidad de las personas se revela, porque se da cuenta que ella no es un objeto más, no es un mueble más, ni un juguete de lujo; es... persona. No soy ningún pedagogo, ni un filósofo. Y ni siquiera me considero lo suficientemente preparado para dar consejos a nadie: Hay personas que están mejor preparadas que yo, que podrán hacerlo, pero sí me voy a permitir poner algún ejemplo.

Todos sabemos que a muchos hombres les ha perdido su ambición por el dinero (también a muchas mujeres), Hay muchos casos de grandes estafadores, y no lo invento yo. Lo dice toda la prensa. Hay estafas donde se habla de miles de millones. ¡Que barbaridad! ¡Ni que fueran a comer ensalada de billetes todos los días! Esas personas, cegados por la ambición del dinero, creyeron que de esa forma serían hombres ricos y se convirtieron en ¡pobres hombres! Pobres hombres porque muchos que tenían tanto poder, que se creían intocables, acabaron en la cárcel, y aunque se creyesen muy listos y muy cultos, no tenían ni la suficiente formación y cultura para darse cuenta de lo que hacían.

Con el dinero se puede conseguir a las mujeres más bonitas.¡Bueno! Se puede conseguir su cuerpo pero no su amor, porque el amor de las mujeres no se consigue con dinero, se consigue con delicadeza, con dulzura, con buenos modales y con respeto, y esas cosas no se tiene, si no se tiene a la vez un mínimo de educación y de cultura...

Con el dinero, muchas veces, se puede quitar y poner alcaldes a capricho, y no solo en pequeños municipios, también en las grandes ciudades, pues todos sabemos que muchos alcaldes, más que eso son verdaderos caciques y cuando quedan al descubierto no son mas que piltrafas, por mucho dinero que hayan estafado. En algunos países, si las familias tienen mucho dinero puede llegar a presidente algún miembro de ella. Pero cuando ocurre la tragedia, ni todo el dinero del mundo puede librarles de esa tragedia.

Hay muy buenos ejemplos de a donde nos pueden llevar, de a donde nos pueden conducir las borracheras del dinero. Con las borracheras del vino se pierde la vergüenza, se pierde la compostura; con las borracheras del juego se pierde el patrimonio, se pierde el dinero y, muchas veces, se pierde hasta la camisa. Con las borracheras del amor se pierde el control y el dominio de uno mismo y, muchas veces, se engendran hijos no deseados. Pero el mero hecho de dar vida a un nuevo ser aún que no sea deseado:¡Bendita borrachera!

Con las borracheras del dinero se ciega la vista, se obnubila la mente, se atropella la razón, se atrofian los sentidos y se embrutecen las personas; y en sus borracheras, no se dan cuenta del mal que muchas veces se hacen ellos mismos. No comprenden el trauma que causan, no se dan cuenta del daño moral y psicológico que hacen a personas indefensas, a esos seres que confiaron en ellos y que precisan de su protección, y que tal vez algún día harán preguntas de difícil contestación. Son personas que viven en las nubes, porque, aunque ellos no lo admitan, son de personalidad débil y están influenciados, están dominados, están atrapados en las garras de otras personas de personalidad mas fuerte, y con más dosis de malicia y ambición que ellos, que actúan en las sombras; y que pasan ante los ojos de la sociedad por personas buenas y virtuosas, por que van los domingos a misa y comulgan con frecuencia.

En los años cuarenta y cincuenta, hubo una gran figura de la tauromaquia, uno de los mejores toreros de todos los tiempos -según los críticos- un hombre curtido por los soles castellanos, pues en su juventud y antes de ser torero, trabajó como peón del campo en su pueblo toledano y cuando trabajaba en esas tierras, soñaba que esas tierras fueran suyas algún día. Ese sueño se cumplió, y cuando tuvo fama y dinero pudo comprar esas tierras que tanto deseaba. Pero como era un hombre inteligente, notaba que le faltaba algo, y supo rodearse de personas como el doctor Marañón, escultores como Sebastián Miranda, críticos taurinos como Corrochano y Cañábate; Y al lado de esas personas consiguió lo que le faltaba: Cultura. Y ese hombre que tenía tanta fama, fincas y dinero, fue entonces cuando se vio realizado como persona.

Hay un dicho italiano, que aplicado al juego del ajedrez, dice así, "Una vez terminada la partida, el rey y el peón vuelven a la misma caja." Este dicho bien se podría aplicar a los seres humanos. Y no es que a las persona una vez que acabamos nuestra particular partida -que es nuestro paso por este mundo- nos metan en la misma caja. ¡Ni mucho menos! Ni siquiera en la misma sepultura; a los pudientes, a los que tienen mucho dinero, sus familiares mandan que les hagan un bonito panteón o un lujoso mausoleo. A otros con una sencilla cruz les basta, y los menos afortunados van a una fosa común. Pero lo que está muy claro, es que todos tenemos que ir a rendir cuentas al Sumo Hacedor; y Ese sí que será un Juez implacablemente Justiciero para todos. Y ya no nos valdrá para nada nuestro dinero, ni haber ido mucho a misa, ni haber comulgado con frecuencia, si hemos atropellado la razón; y si por la ambición del dinero hemos humillado, hemos hecho sufrir y hemos maltratado a seres débiles e inocentes que estaban tan necesitados de nuestra protección.

Hay una canción de los años cuarenta que dice así: "Tres cosas hay en la vida, salud dinero y amor. El que tenga estas tres cosas puede dar gracias a Dios". Yo me atrevería a añadirle estas dos más: Libertad y cultura. A mí la salud me la va concediendo Dios, dinero tengo suficiente con lo que me dan con mi modesta pensión, amor me dan mis hijos, mis hijas, mis nietos y mis nietas todo el que necesito y, como también soy libre, me gustaría adquirir un poco de eso que estamos tan necesitados: Cultura.

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