La ronda

Caamaño La Ronda, esa cosa tan bonita que forma parte del folclore de La Adrada, está en desuso; y si Dios no lo remedia, y cada uno de nosotros no aportamos un granito de arena, la Ronda de La Adrada desaparecerá para siempre. Y sería una pena y una gran pérdida, porque la Ronda, además de ser bonita y ser una parte de nuestro folclore, forma parte de nuestras costumbres, de nuestras tradiciones y de nuestra cultura.

Las naciones avanzan, los pueblos progresan, pero siguen aferrados a sus tradiciones. ¿Por qué hemos de renunciar nosotros a las nuestras dejando que desaparezca la Ronda? Por eso debemos hacer todos un esfuerzo para que la Ronda de La Adrada no desaparezca.

Debemos motivar a los jóvenes para que aprendan a cantar y a tocar la Ronda, y también a los niños. ¿Por qué no? Si en el colegio a los niños les enseñan canciones, ¿por qué no enseñarles la Ronda? Casi todas las letras de la Ronda son inocuas, sencillas, dulces, pegadizas... y algunas hasta ingenuas, y las pueden aprender perfectamente los niños sin dañarles. La Ronda la cantaban muchas madres en la intimidad del hogar, y la cantaban al lado de la cuna de su niño; la cantaban a manera de "Nana" muchas veces para dormirle.

Tiene un letrero, tiene un letrero,
tiene un letrero, la cuna de mi niño tiene un letrero,
la cuna de mi niño tiene un letrero.
Tiene un letrero y en letras de oro dice,
cuanto te quiero,
y en letras de oro dice cuanto te quiero.

Observen ustedes, que la frase "tiene un letrero" en esta seguidilla se repite hasta seis veces. Pero es así como se debe de cantar, aunque algunos cantaores modernos (tal vez porque piensen que son demasiados) lo dejan solamente en cuatro. Yo aprendí a cantar la Ronda de oírsela cantar a mi madre, que tenía la voz muy bonita y cantaba muy bien. También se sabía muchas letras, lo mismo de jotas que de seguidillas. Todas esas letras se fueron grabando en mi mente y aún hoy las recuerdo, y me atrevo a decir:

A cantar me ganarás pero no a saber cantares,
los mas bonitos de todos me los enseñó mi madre,
los mas bonitos de todos me los enseñó mi madre.

La Ronda la cantaban los hombres del campo, la cantaban los segadores, la cantaban los pastores, la cantaban los cabreros...


CANTABAN LOS VAQUERILLOS

Perdió la honda, perdió la honda, perdió la honda,
un vaquerillo alegre perdió la honda,
un vaquerillo alegre perdió la honda.
Perdió la honda,
por ir a por claveles para su novia,
por ir a por claveles para su novia.



CANTABAN LOS MULEROS

Mulero nuevo, mulero nuevo,
mulero nuevo donde vas a dar agua mulero nuevo,
donde vas a dar agua mulero nuevo.
Mulero nuevo,
si se seca la fuente voy al venero,
si se seca la fuente voy al venero.



CANTABAN LOS PORQUERILLOS


Por la mañana por la mañana,
por la mañana dicen los porquerillos por la mañana,
dicen los porquerillos por la mañana.
Por la mañana no hay mejor mediodía que cuando hay gana,
no hay mejor mediodía que cuando hay gana.



CANTABAN LOS TRILLADORES (GALOPINES) SUBIDOS EN EL TRILLO

Por la mañana galbana a mediodía calor,
y por la tarde alegría que se está poniendo el Sol,
y por la tarde alegría que se está poniendo el Sol.


Y A VECES SE OÍA A UN HOMBRE QUE ESTABA ARANDO, CANTAR:

Allá va la despedida la que echan los labradores,
surco abajo surco arriba y adiós ramito de flores,
surco abajo surco arriba y adiós ramito de flores.


CANTABAN LOS MOZOS CUANDO ENTRABAN EN QUINTA:

A otro año por ahora sabe Dios donde estaré,
la tierra que habré corrido y el agua que beberé,
la tierra que habré corrido y el agua que beberé.


Y HASTA ALGUNA MOCITA CANTABA CON TRISTEZA ESTA JOTA

Ya se van los quintos madre,
ya se va mi corazón,
ya se va aquel que tiraba chinitas en mi balcón,
ya se va aquel que tiraba chinitas en mi balcón.


¿Quién es el hombre de La Adrada que siendo mocito, y en una noche de Ronda, no ha dicho en la letra de una seguidilla o de una jota, lo que no se atrevía a decir a la mocita que le gustaba cara a cara y a la luz del día? ¿Quién es la mujer de La Adrada que, siendo mocita y en una noche de Ronda, no ha sentido latir su corazón con más fuerza, cuando oía que la Ronda se acercaba a la ventana donde ella dormía?

En las noches de Ronda, algunas mocitas se iban a dormir a la casa de una amiga o de una prima, para así oír juntas la Ronda. Por supuesto que los rondadores que las iban a rondar, sabían perfectamente que esa noche y en esa casa, no había una mocita, si no dos o tres. Por tanto había que cantar tantas Rondas como mocitas hubiese en la casa.

Mas que verlas se las adivinaba detrás de los visillos o cortinas de las ventanas. En una ocasión y en una noche de Ronda, dos mocitas que eran hermanas, se asomaron a la ventana para ver y oír mejor la Ronda; la ventana estaba a oscuras y pensaron que nadie las vería; pero un mocito las columbró y sin pensárselo dos veces les cantó esta jota:

Las que están en la ventana
si se cayeran abajo,
no llegarían al suelo
que pondría yo mis brazos,
no llegarían al suelo
que pondría yo mis brazos.


Al verse sorprendidas, la más pequeña se apartó rápidamente de la ventana, pero en cambio la mayor aguantó impasible hasta que los rondadores se marcharon.

En una noche de Ronda, a una mocita que era novia de un amigo mío, yo le canté esta jota:

Novia de un amigo mío novia de un amigo amado,
si no has de ser para él no le tengas engañado,
si no has de ser para él no le tengas engañado.


Al día siguiente, la mocita que había reconocido mi voz, me dio las gracias en presencia de su novio, y me dijo que se había emocionado tanto que se le había puesto la carne de gallina. ¡Así de bonitas eran entonces las cosas de la Ronda!

Había Ronda la víspera de San Juan -que era la primera- la víspera de San Pedro, la víspera de Santiago, la víspera de El Salvador...

Se cantaba la Ronda a la novia, a la hermana, a la prima, a la amiga, a la vecina... Así que era difícil, que en una noche de Ronda se quedase ninguna mocita sin Ronda.

Los quintos también hacían dos o tres Rondas, y las hacían con mucho orden, cantando de uno en uno y sin leer las letras; a ver si los quintos y las quintas actuales, se animan y la cantan así. Porque ellos son la última esperanza, la última tabla de salvación para que la Ronda no desaparezca.

Afortunadamente, todavía quedan en La Adrada muy buenos cantaores de Ronda, y muy buenos tocadores de guitarra y de bandurria. No voy a nombrar a ninguno porque todos sabemos quienes son. Lo mismo que sabemos que están dispuestos a enseñar a los jóvenes y a los niños. Y yo que canto muy mal, pero que me sé muchas letras de la Ronda, desde estas páginas me ofrezco a enseñárselas a todo el que quiera aprenderlas.



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