Sonetos
INació en el pueblo de Ruideraal lado del tomillo y del romero, el destino la puso en mi sendero y Dios me asignó por compañera. Cuando llegó a mi, yo solo era un hombre que partía desde cero, un barco sin timón y sin remero que estaba varado en la ribera. Hicimos una larga singladura y con ella remé con valentía, y cuando ya remaba con soltura la muerte con crueldad y alevosía, se la llevó de forma prematura trocando en amargura mi alegría. IIY recuerdo muy bien que ella teníaunos labios más rojos que la grana, y unos dientes de blanca porcelana detrás de aquellos labios escondía. Aroma de jazmines desprendía su cuerpo fresco, como la mañana, y era su risa inocente y sana un capullo de rosa que se abría. Los pechos grandes, como luna llena, y sus caderas ondulada loma. El cabello más rubio que la avena sus mejillas acharolada poma; en su boca tenía una colmena y en sus manos dos alas de paloma |
IIIY despertó mi vena creadora,y fue mi inspiración y poesía, mis ganas de vivir y mi alegría y en mis noches sin luz, era la aurora. Ella fue la polea transmisora que firmeza y vigor me transmitía, lamparilla de luz, sol en la umbría y agua, para mi sed devoradora. Como luego su luz se fue apagando Y ahora mi camino ya no alumbra; yo voy por la vida tropezando. Como el hombre a todo se acostumbra, poco a poco me voy acostumbrando y camino sin ella en la penumbra. IVPero soy muy gruñón y muy huraño,más áspero que alfombra de arpillera; y no soy ni la sombra del que era porque llevo una vida de ermitaño. Y cumpliendo un año y otro año, y viendo blanquear mi cabellera, voy subiendo sin prisa la escalera escalando peldaño tras peldaño. Llegaré al final de la subida aunque es sinuosa pina y dura. Y vendrá con su cara carcomida la muerte puntual firme y segura. Y tendré que pagarle con la vida cuando ella me pase su factura. |