El parque

He visitado un parque
que es muy bonito,
a donde muchas madres
van con sus hijos;
y los chiquillos:
Juegan alegremente
como “diablillos”

Y mientras que los niños
se balancean,
todas las madres charlan
y chismorrean;
con su lenguaje:
Critican a la gente
y le hacen “traje.”

Una de las mujeres
que es muy cotorra,
dice que su vecina
es una zorra;
pero otra opina:
Que esta la tiene envidia
y mucha inquina.

La mujer, ofendida,
que está que explota,
le dice que su hija
es una sota;
la otra replica:
-Tu hijo no se casa
porque es marica.-

Y el parque que requiere
paz absoluta,
esa calma la rompe
una disputa;
pues las rivales:
Se clavan los insultos
como puñales.

Se agarran de los pelos
con mucha saña,
una la da un mordisco
la otra la araña;
las compañeras:
Intentan separar
a las dos fieras.




Igual que dos leonas
se dan zarpazos,
arañazos, mordiscos
y puñetazos;
y con fiereza:
Se arranca los cabellos
de la cabeza.

Ya ruedan por el suelo
las dos rivales,
cuando llegan dos guardias
municipales;
y sin preguntas:
Las meten en el coche
a las dos juntas.

Como cuidar del orden
es necesario,
a las dos se las llevan
al comisario;
y éste las multa:
que quien arma alboroto
es gente inculta.

El comisario es hombre
taimado y pillo,
que las hace rascarse
bien el bolsillo;
que en la cartera:
Se abren las heridas
más traicioneras.

Que nadie se moleste
ni frunza el ceño,
porque el parque que cito
es madrileño;
las de la greñas:
Son también dos mujeres
muy madrileñas.

A contar esta historia
no me resisto,
porque yo con mis ojos
todo lo he visto;
y por mi vida:
Ninguna mujer se dé
por aludida.

 

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