El matón
Era una vez un matón fanfarrón y pendenciero, vanidoso y altanero, necio, cretino y faltón. Siempre de su valentía hacía ostentoso alarde, y tachaba de cobarde a un vecino que tenía. Como juega y se divierte el gato con el ratón, así jugaba el matón sabiendo que era el más fuerte. Y el cobarde y el valiente, -o el prudente y el matón- se hallaron de sopetón a beber en una fuente. "Supongo" dijo altanero y con ganas de pendencia, "que te dice tu prudencia que yo beberé primero". "¿Por qué así ha de ser?" dijo el prudente turbado: "Si yo primero he llegado primero debo beber" "Porque a mí me da la gana y tu eres un obtuso". Al prudente se le puso la cara como la grana. Por evitar la quimera y no tener tremolina, de aquel agua cristalina dejó al matón que bebiera. El prudente muy maltrecho y el matón con altivez, se encontraron otra vez en un puente muy estrecho. Con cara de desafío el valiente le gritó: "Déjame que pase yo que si no te tiro al río" Con una rabia iracunda y ya apunto de estallar, al fin optó por callar y cedió la vez segunda. |
Era el día del Patrón |