La sierra

Yo miro mucho a la sierra,
la miro cada mañana
y la hecho unos piropos
que a mi me salen del alma.

Cuando llega mediodía
vuelvo otra vez a mirarla,
y la llamo rebonita
y la llamo resalada.

Al finalizar la tarde
vuelvo otra vez a mirarla,
y la vuelvo a echar piropos
y la vuelvo a llamar guapa.

De un bonito color verde
tiene la sierra una capa,
que la protege del frío
y sus desnudeces tapa.

La capa se la hizo ella
que es costurera avezada,
y con prontitud remienda
siempre que se la desgarran.

La capa tiene de adornos
unos hilillos de plata,
que son sus limpios arroyos
y sus alegres gargantas

Sobre la capa se posan
miles de aves que cantan,
y las inquietas ardillas
juguetean a sus anchas.

Mas cuando llega el verano
y florecen las retamas,
unas manchas amarillas
sobre ese verde resalta,
y manchas rojas y ocres
le salen en la otoñada.

La sierra, que es muy coqueta
muchas veces se engalana,
con una hermosa mantilla
de blancura inmaculada,
como si fuera a casarse
como novia enamorada.

Pero pronto se despoja
de esa mantilla tan blanca
y vuelve otra vez al verde
el color de la esperanza.

No te cases ¡Sierra mía!
Que se apresa quien se casa,
que yo te quiero por novia
porque eres la más honrada,
la que nunca me traiciona
y la que jamás me engaña,
porque eres sierra de Gredos
entre todas... la mas guapa.

 



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