La voz

Anoche me habló una voz
con pertinaz insistencia
una voz dulce, muy dulce
y al mismo tiempo severa.

Una voz muy conocida,
con una dulce cadencia
que yo no sé si llegaba
desde el cielo o de la tierra,
que penetró en mis oídos
y llegó hasta mi conciencia.

Una voz que me decía
con una ternura inmensa
"hace ya algunos años
que cumpliste los sesenta
y te estás haciendo viejo
aunque tu no te des cuenta.

Tú ya no estás para trotes,
tú ya no estás para juergas
aunque al mirarte al espejo
algunas veces te mienta.

Hace tiempo que perdiste
a tu dulce compañera
a la que tu tanto añoras
a la que siempre recuerdas,
la que compartió contigo
alegrías y tristezas,
la que te dio esos hijos
y ahí estriba su grandeza.

Esa ya no volverá
porque sabes que se encuentra
por encima de las nubes,
más allá de las estrellas
y más tarde o más temprano
te irás a reunir con ella.

Te toca vivir solo
y hay veces que te lamentas,
te toca vivir solo
y buscas a ver si encuentras
a quien pueda mitigar
tus momentos de tristeza.

Ya sé que la carne es débil,
ya sé que el demonio tienta,
ya se que todos tenemos
un momento de flaqueza,
pero lucha contra eso,
lucha con todas tus fuerzas,
defiende tu libertad
valora tu independencia,
sin que ninguna persona
en tu vida se entremeta,
que el buey suelto bien se lame
y no le demos más vueltas.




Si estás junto a tus raíces,
si estás en tu hermosa tierra
si eres libre como el aire
que baja desde la sierra,
si eres libre como el agua
que salta de peña en peña;
eres libre como un gamo
¡libre! como una gacela,
como un potrillo que corre
como un pájaro que vuela.

Si tienes tantos amigos,
que por docenas los cuentas,
si te idolatran tus hijos
y tus nietos y tus nietas,
si no te falta salud,
ni tampoco una peseta,
¿que más quiere que te dé
la divina providencia?.

Aguijonean tus oídos,
mil palabras lisonjeras
¡que no está bien que estés solo!
¡que la soledad no es buena!,
palabras y más palabras,
que son cantos de sirena,
pero tú vive tu vida
y vívela como quieras.

Y cuando te sientas triste,
siéntate a escribir poemas
y pon en ellos ternura
aunque nadie te los lea;
y si llegado el momento
la soledad no toleras,
y te llevas a tu casa
a otra nueva compañera,
búscala serenamente
y no la busques que sea
ni más alta, ni más baja,
ni más guapa, ni más fea;
que tenga las cualidades,
que todo hombre desea;
una mujer de su casa,
honrada, buena y sincera.

Cuando se calló la voz
se serenó mi cabeza
y quedó clara mi mente
que antes estaba en tinieblas,
porque entonces comprendí
porque entonces me di cuenta,
que la voz que a mi me hablaba,
era la de mi conciencia.

 

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