Un rayo de esperanza

Así le dijo a su madre
una moza de La Adrada:
-Madre me voy a la fuente
a por un cántaro de agua
-No vayas que es muy de noche
déjalo para mañana.
-No tema madre, no tema
que no me va a pasar nada,
que hay un mocito en la esquina
que a la fuente me acompaña
-Ese mozo que te espera
no tiene hacienda ni casa,
y se encuentra trabajando
como mozo de labranza,
en la casa más lujosa
que tiene la calle larga;
y tú, al hijo de su amo
ya le diste calabazas;
en cambio has dado el sí
a ese gañán con abarcas
-Es que el hijo de su amo
es demasiado bocaza.

También bebe demasiado
y juega mucho a las cartas;
y cuando muera su padre
la hacienda la despilfarra
-Piénsalo bien, hija mía,
que esos tienen muchas vacas,
muchos prados, muchas viñas,
y tendrás hasta criada
-Ya lo tengo bien pensado;
salga el sol por donde salga,
yo me marcho con mi novio
aunque tenga que ir descalza;
pues tiene en el Torrejón
una casita arrendada
-Pues hija; si así lo quieres
y si de veras te marchas;
vuelve pidiendo perdón
si regresas a esta casa-

Se han pasado más de un año
sin cruzarse una palabra;
la hija en el Torrejón,
la madre en zona más baja.
Pero ahora una vecina
viene a la madre a informarla,
que ha dado al fin su fruto,
el fruto de sus entrañas.
Deja pasar cinco días
pero al sexto ya no aguanta.
Sube las escalerillas,
aunque al hacerlo se cansa;
y al llegar al Torrejón
se introduce en una casa,
donde una joven madre
serenamente le aguarda,
y solamente le dice:
-Te has quedado muy delgada-

La hija no la contesta
pero la mira a la cara,
y no puede soportar
el fulgor de su mirada.
Y ve al bajar la vista
en un rincón de la estancia,
a un angelito muy rubio,
a un angelito sin alas,
a un niño de pocos días
que en una cuna descansa.
Entonces las dos mujeres
entre sollozos se abrazan,
pero el niño se sonríe
sin saber que es lo que pasa;
mientras un rayo de sol
penetra por la ventana,
que más que de sol parece
que es un rayo de esperanza.


 



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